martes, 26 de mayo de 2015

Vicios inconfesables


Creo que no he relatado nunca por aquí las experiencias en Airgam Home con el tabaco. Tanto el Mister como yo somos niños Cuéntame, es decir que nuestros padres, al igual que Antonio Alcántara, fumaban al libre albedrío por toda la casa durante nuestra más tierna infancia, como si aquello fuera síntoma de hombría y no el vicio espantoso en el que se ha convertido fumar ahora. Resulta que el Mister y yo cuando éramos (más) jóvenes fumábamos, no como carreteros, que es un dicho que nunca entendí, pero fumábanos. Pues resulta que un buen día, el Mister decidió que teníamos que dejar de fumar, así, a dúo, porque sí, él es muy de tomar decisiones en grupo. Fue tal la lata que me dio, que al final dejé de fumar por no oírlo, mayormente. Bueno, y porque por esa época fue cuando fumar se convirtió en lo peor del mundo y se prohibió fumar en los lugares de trabajo y amenazaban con prohibirlo también en restaurante, bares y demás antros de perdición que tanto me gusta frecuentar. Así que dejé de fumar por puro glamour, yo no estaba dispuesta a ir a fumar a la calle como una apestada. ¿Me costó? Pues sí, claro, pero lo dejé por mis santos cojones, pues menuda soy yo. Bueno, pues no os lo perdáis, que el artífice y patrocinador de semejante hazaña en mi vida, que me repetía como un mantra, que lo hiciera por mis hijas, que fumar era lo peor del mundo mundial, que sería como lamer un cenicero, y toda serie de lindezas, va y a los pocos meses de haberlo dejado, vuelve al vicio. Es o no es para matarlo? Pues sí, pero como tantas otras veces, cegada por un amor puro e incondicional, no lo maté, eso sí, le amenacé con cortarle los huevos si se le ocurría fumar en casa.

Fueron pasando los años y yo seguí sin fumar y él fumando, a veces lo dejaba, a veces lo volvía a coger, fumaba a escondidas, hasta que el otro día dijo: “Se acabó, no fumo más” y se fue con un cuñao (que siempre consuela mucho) y un sobrino a que los hipnotizaran para dejar de fumar. Entre nosotros, yo creo que esto es un camelo, lo que hay que tener es ganas de dejarlo y más moral que el alcoyano, ah, y los 120 eurazos que cuesta la gracia, pero bueno, no seré yo quien lo desilusione. Eso sí, se me pusieron los pelos como escarpias de pensar el malvivir que me esperaba hasta que la criatura pasara el mono. Para más inri, se ha cogido un trancazo típico de cuando dejas de fumar, de esos de mocos bien verdes y espesos, así que está de mala leche porque no fuma, tosiendo como su fuera a echar parte de los bronquios por la boca, con ojeras porque no duerme bien, vamos, que lo tengo hecho una penica al pobre. Yo le digo que resista, que no es tan difícil, que si yo he podido él también, él me mira con los ojos inyectados en sangre y cara de Jack Nicholson en el resplandor. De momento no llevamos ni una semana, pero hoy a mediodía ha gritado desde la cocina: “Miradme bien, es la última vez que pongo el friegaplatos”. Yo creo que está perdiendo el norte, o está poseído por la falta de nicotina, pobrecillo, qué culpa tendrá el friegaplatos? Y de repente lo entendí todo, él recogía voluntariamente para luego salirse al patio a echarse el cigarrito de después de comer, sin que alguna de las niñas lanzara un hipoaullido huracanado al verlo, gritando: “Papá está fumandoooooooo, te vas a moriiiiiiiiiiiiiir igual que el abuelo que se murió por fumarrrrrrrrr” y así en bucle infinito con los ojos arrasados en lágrimas. Yo sinceramente no sé cómo tenía ganas de fumar, porque eso no hay quien lo aguante. Así que así estamos en Airgam Home, el Mister no fuma, yo no como, y no sé cómo vamos a llegar al verano con este estrés, creo que le voy a comprar tabletas de chocolate de todos los sabores para que pase el “mono” y se le quite la ansiedad, todo sea que este verano parezca de Los Albóndigas en Remojo, pero bueno, así se me verá a mí más delgada, no? No hay mal que por bien no venga. Deseadme suerte.

jueves, 14 de mayo de 2015

La depilación

Tras el duro invierno, ése que parece que no se acaba nunca, llega la primavera, pero qué coño, dónde ha ido la primavera? Lo que ha llegado así de golpe es el verano…. Horror, y yo con estos pelos, y cuando digo pelos me refiero a TODOS los pelos, porque los de la cabeza, más o menos los tengo controlados/domados, pero, y el resto? El resto ha estado en periodo de hibernación oculto bajo capas y capas de ropa amable y mullida que ha impedido ver la cruda realidad y es que está claro que el hombre desciende del mono, y la mujer también, unos más que otros, todo hay que decirlo.
Tras toda una vida de probar absolutamente todos los métodos depilatorios, este año me he decidido por el láser, así a lo loco, bueno, me ha costado lo mío decidirme, no vayáis a creer, he preguntado, me he informado y al final, he tomado la decisión, todo sea por la eliminación DEFINITIVA de la pelambrera. Y es que esa ha sido la palabra mágica, DEFINITIVA. A ver qué pasa. Cuando empecé a depilarme allá por el paleolítico, fue llevada por ese ansia incomprensible que sufren los adolescentes por hacer todo lo que hace tu mejor amiga y exactamente lo contrario de lo que te dice tu santa madre, ese fue el primer error, porque claro, si tu amiga de turno tiene “aquello” como un puma, se entiende que se depile, que desescombre y que recurra a todo tipo de torturas medievales con tal de no lucir aquello en la piscina, no vaya a ser que vengan a deciros que no están permitidas las mascotas y tengáis que aclarar que lo que tiene tu amiga no es un gatito. Una vez cometido el error, cuando haces pop, ya no hay stop, es decir, que ya tendrás que depilarte por los siglos de los siglos amén. Esta amiga me la he inventado, pero podria existir perfectamente.
Para esta tarea tan bonita, se han inventado todo tipo de artilugios, a cual más espeluznante, voy a detallar algunos de mis favoritos:
La cera: ya en la edad media se torturaba a algunos indeseables derramándoles cera hirviendo encima. En pleno siglo XXI seguimos con el temita, menos mal, que hemos conseguido avanzar con la temperatura, ya no te la ponen hirviendo, qué detalle. También hemos avanzado en el tema del olor, ahora huele a pétalos de amapola, azahar y cualquier mandanga, pero no os ilusionéis, del tirón no se libra ni Peter. Te extienden la susodicha y a continuación, te la arrancan literalmente de un tirón, ahí se van los pelos, pieles muertas y yo creo que mínimo dos o tres capas de piel. Así que sales de allí sin pelos pero en modo centollo, es decir más roja que una manzana. Lo bueno, dura más que los otros métodos.
La cuchilla, es indolora, y fácil de hacer en casa, en un aquítepilloaquítemato,  pero no muy recomendable, a menos que quieras parecer el Yeti o el eslabón perdido en unos años. Sólo lo veo para casos de auténtica emergencia.
La crema depilatoria: es indolora también, pero no inodora, vamos, que huele que apesta,  se ve que no compensa suavizarlo con pétalos ni moñadas por el estilo. Te echas la crema y esperas en pelotas, claro, el tiempo que pone en el envase. Si queréis mantener una relación, no permitáis que os vean nunca, repito NUNCA, con la crema depilatoria puesta, es una imagen difícil de borrar de una retina sensible. Una vez que ha pasado el tiempo indicado te lo quitas, para lo cual suele venir una esponja en la cual se quedan los pelos pegados en una especie de pastuz verdaderamente asqueroso, yo alguna vez he optado por tirar la esponja directamente, aunque aún me quede crema en el bote. Son mejores las que vienen con una especia de espátula. Además, nunca se van todos los pelos, con lo cual luego conviene terminar con las pinzas, vamos, un auténtico coñazo.
La Epìlady o segadora, como la llamamos cariñosamente en mi casa: es un invento del demonio que te arranca literal los pelos uno a uno, sí, habéis leído bien, despaciiiiiiiiiiito. Hay algunas insensatas que dicen que ya no les duele, hombre, como que tienen las piernas insensibles al dolor tras esa experiencia. Yo me la intenté pasar  una vez y se me caían las lágrimas.

Tras este estudio detallado de las torturas depilatorias, entenderéis que me haya decantado por probar el láser. Y no es porque no duela, que duele y un rato además. Cuando pilla pelo es como si te diera una descarga eléctrica y te dan ganas de estrangular a la pobre esteticien con tus propias manos. En este caso es mejor soltar un taco, por ejemplo: “mecagoenlaputa”, así, como por lo bajo, desahoga mucho. Espero no necesitar muchas sesiones, ya os contaré.