miércoles, 18 de diciembre de 2013

Clásicos infantiles... #viejunismo


El otro día estaba leyendo con la tele encendida, olé qué capacidad de abstracción, y me pareció oir que anunciaban una serie llamada “Marco”.... en ese momento me ví teletransportada a mi infancia. Yo creo que no nos hemos parado a analizar las series y dibujos que nos tragábamos cuando éramos pequeños, esa época arcaica en la que sólo había dos canales y en uno la mayoría de las veces no se veía nada, lo que mi abuela llamaba: la carta de ajuste, que sí que tardaban en ajustar aquello, sí. Encima no había DVD, ni vídeo ni nada, pues qué ibas a hacer, ver lo único que ponían. Debía yo estar muy ociosa porque empecé a pensar en los dibujos de entonces y a alucinar. Para empezar ponían el sábado por la tarde como después de comer o así, una serie de dibujos animados por capítulos que aquello era interminable, debía tener unos 1000 capítulos o así y eran de tomo y lomo. Por ejemplo, la de Marco era como para traumatizar a cualquiera, vamos a ver, un niño de unos 9 años que vive con su padre y un mono, lo del mono es raro, pero raro, raro... y la madre la pobre se tiene que ir nada más y nada menos que a Sudamérica a buscarse la vida mientras que el padre y creo recordar que también había un hermano mayor, se quedaban ahí viéndolas venir..... que digo yo, porque no se fueron el padre o el hermano mayor, qué huevos no? y el pobre niño se fugaba y se iba a buscar a la madre, no se sabe ni a dónde, porque tampoco tenía la dirección, y ni llaman a la interpol, ni nada, eso sí, se llevó el mono, porque yo creo que si lo deja con el padre y el hermano se lo comen en un cocido. Bueno, pues venga de capítulos, y capítulos, allí pasaba de todo, pero la madre no aparecía, vamos que yo al final no me enteré si encuentra a la madre o directamente se echa novia y se queda por ahí, porque ya habían pasado como 10 años... surrealista todo. Yo un año en la carta a los Reyes Magos pedí que apareciese la madre de Marco....
Y anda que había otra también, que no sé cuál era peor, una pobre niñita que se han muerto su padre y su madre y la llevan a casa de un supuesto abuelo con una mala leche que no te menees, en medio del campo, eso sí, el paisaje era muy bonito y le hizo un columpio mágico, porque volaba sin que la columpiara nadie ni se supo jamás de dónde colgaba el columpio, para mí que se habían fumado algo, pero seguro. La pobre niña todo el día descalza y sin cambiarse de ropa en los 6 años que duró la serie o más, menudos lamparones debía tener, ahora el traje sí que era cómodo porque iba en una sola pieza, y de ducharse ni hablamos porque en “la cabaña de los Alpes” no había cuarto de baño, eso sí, se ponían ciegos de queso y leche, claro, para amortizar a las cabras. Y el colmo ya fue cuando llega una pobre niña paralítica en silla de ruedas por el campo, yo ahí lloré lo que no está en los escritos, muy fuerte, ésta también tenía a la madre muerta, por supuesto, ahí se habían cargado hasta al apuntador. Menos mal que la pobre se echó un amigo cabrero, que si no, vaya infancia, por cierto, el cabrero tenía una abuela ciega que no tenía dientes, no si ahí no se libraba nadie. Vamos que era un sinvivir, todo el día solos por el monte con las cabras, se sentaban y decían, a ver qué nos han puesto hoy para comer? Pues si ya lo sabéis....., pan con queso, lo de todos los días, y luego bebían la leche de las cabras directamente, que a mí me daba un asco.... lo mejor es que la niña paralítica empezó a andar, hombre a la fuerza, como que ella ya estaba viendo que la despeñaban por un barranco con silla y todo... yo lo pasaba fatal.
Después de toda esta sarta de desgracias infantiles. debieron pensar que todos los niños de España íbamos a acabar fatal de la cabeza de ver estos dibujos y entonces cambiaron a otros, japoneses también, claro, y lo que vimos después no sé si era peor, bueno por lo menos no había desgracias, pero era como una guerra continua, contra unos monstruos horrorosos y enormes. El momento: Puños.... fuera!!!!! De Koyi Kabuto no tiene desperdicio, que si te fijas, tiene la misma cara de Marco, pero con otro pelo. Y lo de “Pechos fuera” ya sin comentarios. Yo lo que no sé es como hay gente de mi generación que aún somos normales porque lo que veíamos en la tele era para traumatizar a cualquiera. Y qué me decís, de “La Casa de la Pradera”, madre mía, todos con los gorritos esos raros que no se los quitaban para nada, bueno sí, se los quitaban para dormir pero se ponían otros y venga a ocurrir también desgracias, la diferencia es que en esa serie como era de “humanos” pues, claro, sí que crecían, se echaron novio, se casaron y como no, alguna incluso se quedó ciega, pero no pasaba nada, porque luego se curaba milagrosamente, igual es que la llevaron a los Alpes con la amiga de Heidi.
Hubo otra temporada que ponían una serie de humanos también de un niño abandonado en la selva por supuesto sin padre ni madre, era un tema muy recurrente el de los niños abandonados o huérfanos. Este concretamente iba todo el tiempo en taparrabos, ahí debía ser yo ya un poco más mayor porque una niña de mi clase empezó a decir que era guapo y le gustaba, y ahí ya pensé que estábamos perdiendo el norte. Esa serie yo no la ví porque me parecía un rollo, además por esa época ya prefería leer que ver la tele, así que el momento Orzowei afortunadamente me lo salté, debió ser eso lo que me salvó de acabar tarada perdida. Igual por eso me gusta tanto leer, porque con las series que ponían....
Luego cogieron todos los personajes creados por los japoneses, les cambiaron el pelo, hicieron un equipo de fútbol y lo llamaron Oliver y Benji y eso ya era para partirse de risa porque para una sola jugada se tiraban veinte minutos con la pelota suspendida en el espacio y la catapulta infernal, pero estos eran de otra época, los veía mi hermana Blanca.

De momento eso es todo por hoy, pero continuará porque tengo como para escribir un libro.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Noches de bohemia y hospital


Llevo unas semanas pelín raruna, pero todo tiene su explicación. No sé si habéis tenido la experiencia de tener un familiar directo ingresado en un hospital, pues yo sí, y el que no lo ha vivido no sabe lo que es. El caso es que hemos estado haciendo turnos las 3 hermanas para quedarnos con la Abuela Airgam y ya os digo yo que el tema daría para un libro. Lo primero que te llama la atención es la cama, que parece una cama, pero en realidad es un instrumento del demonio, con barreras por todos lados, como si pensaran que se les van a escapar los pacientes. Bueno, las barreras una vez que las subes ya no hay manera humana de bajarlas sin riesgo de amputarte un dedo. Además tiene mando a distancia para subirla y bajarla, la cama, no la barrera, sin manual de instrucciones claro, para que te vuelvas majara intentando subir o bajar al pobre enfermo que ve que en cualquier momento se va al suelo, “súbeme la cabeza”, “no, pero los pies no”, “cuidado, cuidado, ayayay”, ahí es cuando te das cuenta de que las barreras son necesarias, para que no se rompa la crisma contra el suelo en uno de los viajes de sube-baja.
Para el acompañante en hospitales privados tienes una cama/catrecutre en la cual no sabes cómo ponerte para evitar una contractura muscular y que tengan que operarte a ti al día siguiente. Según se va acercando la noche te puedes echar a temblar, porque empieza el desfile de enfermeras y demás fauna típica de los hospitales, que os paso a relatar. Cuánto daño nos han hecho series como Anatomía de Grey, que te vas a un hospital pensando que vas a ver mogollón de macizos, y mira lo que te encuentras:
La simpática del pueblo
Es una enfermera oriunda de un pueblo, preferentemente de Extremadura o Andalucía, un poco feúca pero simpática como ella sola, suele entrar dando voces y muy sonriente.  Ésta es como para adoptarla. Suele ir pintada como una puerta desde primera hora de la mañana. La abuela le contó toda clase de anécdotas, de su vida y de la mía, incluyendo la Nochebuena que su yerno (el Mister) que tiene mucha “guasa” le preparó un limoncito muy rico.... y tanto, como que tenía ginebra, y luego le dieron otro sin alcohol y no le gustó tanto, ella quería con ginebra, no sabe nada la abuela. La enfermera se partía de la risa.
La borde resentida
Suele ser baja y gorda, tipo albondiguilla, no sé por qué, y gasta una mala leche que para que contaros, a ésa no me atrevo yo a pedirle ni una tirita que seguro que me la cobra.
El simpático forzudo
Es un jovencito que viene y se carga a la abuela al hombro y se queda tan campante, como si fuera peso pluma, vamos, éste también es para llevárselo a casa. No tengo que deciros que es el preferido de la abuela, que va y le planta: “Ay hijo, qué bien hueles, a colonia y tabaco….” Es lo que tienen las abuelas bohemias.
En general han sido todos súper majos., lo malo es que están entrando durante toda la noche cada rato como si fuera un desfile, ¿por qué no entran todos juntos y lo hacen todo de una vez? Pues porque entonces no sería un hospital, sería un spa, lo que quieren es echarte, que te estés deseando irte a tu casa y que te largues como alma que lleva el diablo y no vuelvas más.
Cuando te estás quedando dormido, viene la de Badajoz con su “¿Cómo están ustedes?”, zas, te enciende la luz en toda la cara y le toma la temperatura a la enferma.
Vuelves a apagar la luz. Cuando ya se te cae la babilla por la comisura, ZAS, se vuelve a abrir la puerta, y entra la borde con el calmante, y con cara de te lo tomas o te calzo un rejostio que te vas a enterar, a esas horas y con esa cara de mala leche casi estuve a punto de tomármelo yo también por si acaso.
Te vuelves a dormir y entonces entran otra vez a mirarle el azúcar en sangre y tú preguntas si habrá un afterhours en los sótanos del hospital, porque ese derroche de energía no es natural, ahí te planteas llevarte una petaca para la próxima noche y montar una timba en la sala de enfermeras.
Te duermes otra vez y entonces entra el forzudo gritando: “Cómo están mis chicas? Venga, a levantarse todo el mundo que toca radiografía”…. Y ahí es cuando aprovechas para huir arrastrándote a la cafetería a desayunar y te que metan un café en vena, Luego irás todo el día con ojeras de mapache, y en modo zombie on. Yo la última noche ni deshice la cama-potro-de-torturas, no compensa, y ponerse el pijama tampoco, total, para lo que vas a dormir.

Después de esta experiencia  queda confirmado lo que todos sabíamos, yo no sirvo para enfermera.