viernes, 19 de abril de 2013

Cumpleaños infernal en ... La Bolera


Ayer tuve una experiencia religiosa en la bolera, ese antro de perdición y desenfreno donde algunos niños celebran su cumpleaños. Fui a buscar a Lapequeña que tenía allí un cumple que había empezado a las 5.30. Nos dijeron que fuéramos a buscarlos a las 7.30 y allí que estaba yo a la hora convenida. No sé porqué pero los cumpleaños nunca terminan a la hora que te dicen en el sitio, como si dos horas no les pareciese suficiente tortura. El caso es que llegas allí y no sabes si has entrado en la bolera o en un after hours, está super oscuro y hay una música atronadora de chunda chunda que lo primero que te pide el cuerpo es pedirte un gin-tonic. La madre del protagonista del cumple es fácilmente reconocible porque es la que tiene la cara más desencajada, es más en una multitud de madres, podrías reconocer a la del cumpleaños a la primera, se les nota en la mirada, la pobre que me encontré allí, ya no era persona, lo primero que vino a mi mente es pensar: esta mujer es una santa….  El día del cumple de tu retoño se supone que te pones remona para recibir a las madres y padres, sencilla a la par que elegante, te maquillas y yo he oído que algunas hasta van a la peluquería, no os esforcéis, es inútil, lo mejor es que tú recibas a los niños y tu marido los reparta, porque cuando se vayan todos los miniseres, tú no serás ni la sombra del ser humano que entró allí, llevarás ojeras tipo oso panda, el rimmel corrido, una mancha de ketchup o mayonesa (o las dos cosas) en una teta, la camisa medio sacada del pantalón, y el pelo… del pelo mejor no hablamos, al margen de que te dolerán todos los huesos del cuerpo del rato que estuviste de pie, agachada, otra vez de pie, los ochocientos cordones que tuviste que atar, y los pantalones que tuviste que desabrochar.
Si cualquier cumpleaños infantil es una pesadilla, el celebrado en la bolera es un auténtico infierno, a las hordas de niños aulladores se une una música ratonera al más puro estilo Gandía shore a un volumen ensordecedor, no sé si suben la música para tapar los gritos de los niños o los niños aúllan cada vez más alto para entenderse por encima del volumen atronador de la música. Resultado: a los cinco minutos de estar allí sentirás que te va a explotar la cabeza nivel paracetamol un gramo.
Los niños juegan partidas por turnos, pero claro, no pueden jugar todos a la vez, con lo cual tendrás unos jugando y otros corriendo y chillando como si estuvieran poseídos por el espíritu de algún deportista olímpico super dopado. Yo recomiendo llevar varias capas de ropa, que puedas ir quitándote, porque la temperatura alcanza cotas inimaginables, es como estar en una sauna, ni os cuento con la pelambrera que puedes salir de semejante antro, absteneros si os habéis alisado el pelo porque saldréis de allí con el pelo a lo afro, riete tu del alisado japonés.
Cuando llegué faltaba el momento tarta y regalos, a puntito estuve de pedirme un gin-tonic para poder aguantar el rato que me quedaba allí, y estuve tentada de irme, pero no, resistí estoicamente hasta el final que se me hizo eterno, no me quiero imaginar cómo estaba la madre del protagonista que me llevaba 2 horas de ventaja, pero me estaba dando hasta pena. Cuando por fin acabo el aquelarre y conseguí arrastrar a mi hija de allí, que me costó Dios y ayuda porque no quería irse ni a tiros, yo creo que los drogan, según ella: “ha sido super corto y no estoy nada cansada”, llegué a casa, me derrumbé en el sofá y me bebí una cerveza de un trago. No podía moverme, sólo para ir a la cocina y coger otra. Laquenoestabacansada cayó fulminada en la cama automáticamente como si se le hubieran gastado las pilas y yo a continuación, contenta porque aún falta muuuuuuuuuuuucho para el cumple de las mías, pero ese día llegará, y a Dios pongo por testigo que yo no lo celebro en la bolera ni muerta.

jueves, 11 de abril de 2013

Las aventuras del Capitán Pedorretas

 
Tengo 15 sobrinos y como os podéis imaginar, semejante manada de seres humanos da mucho de sí, es lo que tiene. Hay de todos los tamaños y tipos, pero hay uno que no tiene desperdicio. Para preservar su intimidad no usaré su nombre, sino un apelativo cariñoso: El Capitán Pedorretas… ahí lo dejo…. Eso sí, advierto que el contenido de este post puede herir la sensibilidad del lector…
Pues el chaval tendría unos 4 años, y es el pequeño de su casa y de toda la familia. Un día de primavera los padres se fueron a montar en bici (qué raro) y el plan era quedar luego con madres e hijos para comer todos juntos en la terraza de un restaurante de El Pardo de cuyo nombre no quiero ni acordarme. Hacía un día buenísimo, de esos que los pajaritos cantan y las nubes se levantan, nos tomamos unas cervecitas y unas raciones ricas, los niños filete con patatas, un clásico, y ya en la sobremesa, con el sol calentando nuestras caras relajadas por el buen clima, y las cerveza ingerida, un alarido vino a perturbar nuestra paz: “Por Diossssssss, el niño no está” dijo Cuñada número 7.
Todos: “Pero como no va a estar, estará jugando por ahí con los otros, si esto está vallado y de aquí no se puede salir….”
Ella: “Os digo que no está, hace rato que no le veo y he preguntado a los demás niños y también hace rato que no saben dónde está” (ya pelín agobiada, pobre).
Total, que organizamos batida de búsqueda, unos al bar, otros a los columpios, las mayores al comedor de dentro, otros al aparcamiento, nada, que el chaval no aparecía por ningún sitio, todo el mundo nos miraba porque claro, los hipoaullidos huracanados de una madre buscando un polluelo perdido tienen unos decibelios difícilmente soportables por el oído de un humano que no tenga hijos, miraron hasta en la cocina…
Y de repente se me enciende la bombilla: “No estará en el baño? Lo digo porque antes ha venido conmigo y ha plantado un truño de un  tamaño considerable…”
Allá que nos abalanzamos con la madre de niño perdido en primer lugar, abre la puerta del baño,….. y la imagen que allí vimos permanecerá en nuestras retinas mientras vivamos, el chaval, se había cagado literalmente en los pantalones, y estaba descalzo, y desnudo de cintura para abajo, el suelo inundado, parecía un camarote del Titanic, pero en versión escatológica, porque debía tener atasco de varios días, el chaval, no el váter y había varios chorongos flotando. Él, que es muy apañado pensó que no podía salir de allí con el pantalón lleno de mierda, así que había decidio lavar los vaqueros en el váter y tiraba de la cadena para aclararlos, claro, el agua rebosaba y se salía por la taza…. El agua y todo lo que había en la taza… además al quitarse los vaqueros, se había pringado, claro, debe ser una maniobra bastante complicada el quitarte unos vaqueros llenos de mierda sin mancharte…. Había huellas de sus manitas de un sospechoso color marrón chocolate por las paredes antaño de un blanco impoluto…. Vamos, yo no sabía si vomitar directamente o descojonarme… la madre del interfecto casi se desmaya… fue como la escena de dos tontos muy tontos cuando se sienta en el radiador y se le derrite la tableta de chocolate que llevaba en el bolsillo, pero en esta ocasión, NO era chocolate, era mierda pura y dura, bueno, dura no, era más bien blanda…. Prueba de que la realidad supera la ficción….
La pobre madre estuvo allí más de media hora intentando arreglar el desaguisado como pudo, tarea en la cual gastó un paquete entero de toallitas que casualmente llevaba en el coche, la ropa interior de la criatura fue abandonada en el lugar de los hechos por encontrarse en un estado lamentable. Ni que decir tiene que no hemos podido volver en una buena temporada, por si nos reconocían.
Cuando fui al coche a despedirme del chaval, estaba tan tranquilo, con cara de laheliadopardaperonoshemosreidounmontón…. Llevaba unos pantalones de su padre que le daban cinco vueltas al cuerpo, y le digo: “pero qué te ha pasado?” Y va el tío y me contesta: “Nada, sólo me he hacido un poquito de caca…..”
Yo todavía me estoy riendo…

jueves, 4 de abril de 2013

Cómo conocí a vuestro padre


Había una vez una muchachita joven y delgada (sí, era yo) que trabaja cual esclava, vamos, como ahora, por lo de trabajar como una esclava, no por lo otro…. En mi empresa había que organizar un fiestorro a lo grande y ya os podéis imaginar, sobre quien cayó “el marrón”. Tras semanas maratonianas de duro trabajo, llegó el momento de la susodicha fiesta, y yo era un manojo de nervios, qué me pongo, que no me pongo, será un éxito de crítica y público o será un fracaso…. La fiesta era de noche, y con alfombra roja al más puro estilo de Hollywood, así que yo como buena fashion victim, no iba a desperdiciar la ocasión, me planté un vestido largo azul noche, de tirantes finos y abertura en el lateral tipo Angelina Jolie, pero en rubio, que quitaba el hipo. Aunque esté mal que yo lo diga, debajo de la lorza una vez hubo un cuerpo de infarto de la talla 38 (qué pena, cómo se estropean los cuerpos….). Dispuesta a sufrir cual cenicienta, me puse unas sandalias de tacón para estar aún más alta, por si se me veía poco en plano y allí que me fui a la alfombra roja con un estrés que ni te cuento y pintada como una puerta.
Con el lío que tuve no había comido apenas nada, y como me dolían los pies nivel cortármelos en oblicuo, pues reconozco que me dí un poco al alcohol, entre que me relajé porque veía que todo iba como la seda y que sólo pasaban bandejas con bebidas alcohólicas y poco canapé, venga a hablar con unos y con otros, en fin, que a la hora y media llevaba una melopea considerable. Iba con una amiga más contentas que unas castañuelas las dos (sobre todo yo), cuando de repente me fijo que había un pedazo de tío que a mí me pareció directamente Brad Pitt que me miraba….
Mi amiga: “no es por nada pero te has ligado a ese tío de ahí, que por cierto me suena mucho y no sé de qué..”
Yo: “te suena y está de toma pan  y moja, éste para mí…”
Así que ni corta ni perezosa, allá que me fui, y resulta que con razón nos sonaba, era hermano de otra compañera de trabajo (lo que no me pase a mí….). Hablamos un rato, me pareció super majo y cañón del Colorado, y al ratito de hablar, me daba vueltas la cabeza, bueno, me daba vueltas todo, la verdad, me empecé a sentir supermareada, claro tanta cerveza y nada de comida no podía traer nada bueno, así que le dije: “Espérame aquí un ratito, voy al baño que creo que voy a vomitar pero en seguida vuelvo”, hala, con un par, qué manera más tonta de ligarse a un tío, no? eso fue la prueba de fuego. Pues el tío me esperó, más mono él, luego como él había ido a la fiesta con “otra”, se fue pronto…, una amiga, me dijo, JA, menuda lagarta, que se lo quería beneficiar, me echaba unas miradas asesinas que para qué, más fea que Picio (que no sé quién es, pero debía ser horroroso). Claro, que yo tampoco me quedaba atrás, había quedado con otro en la fiesta, al cual no estaba haciendo ningún caso, por cierto.


Vamos, que ese día cada uno se fue por su lado, pero ya había prendido la llama… ay, qué cuqui…. Me llamó, quedamos, de día, para verle bien el careto, y de día me gustó más aún. Lo pasamos genial, cenamos, me llevó a bailar, y ya a altas horas de la madrugada me dijo que fuéramos a su casa a sacar a la perra. Yo ya iba pensando que me iba a decir que subiera (yo qué mal pensada…..), pero me dijo que le esperase en el portal. Bajó con un teckel monísimo (otro punto a su favor), le dimos una vuelta a la perra, volvemos al portal… y me dice, “bueno, hasta mañana, si quieres te llamo y comemos juntos”, y me arreó un morreo que casi pierdo el conocimiento….  Pasmada me dejó, así que llamé un taxi y me fui para mi casa pensando: “El hombre perfecto existe…., ni siquiera se me ha abalanzado encima ni ha insistido que suba a su casa…” no me lo podía creer. Al día siguiente me llamó, quedamos y hasta ahora. Con el tiempo me confesó que la primera noche no me dejó subir a su casa no por falta de ganas, sino porque la tenía hecha un desastre, cómo debía estar para que él dijera eso… no me lo quiero ni imaginar, debía ser para entrar con excavadora. El primer día que subí, casi me da un pasmo y me dijo unas 20 veces que había limpiado….
Así que, pequeñas airgamitas, ésta es la historia de cómo conocí a vuestro padre, a ver si vosotras tenéis suerte y encontráis a uno tan majete, divertido, buena gente y encima guapo como él, va a ser difícil, ha dejado el listón muy alto, aunque haga charco en el suelo cuando friega.
Por cierto, como suele decirse, sino puedes con tu enemigo, únete a él, el nuevo diseño de la cabecera es obra de Mister, ya que es mi fuente de inspiración, ha querido colaborar con este regalito. Aceptamos encargos.